domingo, 3 de septiembre de 2006

Usted afirma que sus prójimos le son lejanos...

Usted afirma que sus prójimos le son lejanos, que se hace un espacio alrededor de usted. Si todo aquello que está próximo le parece lejano, es que este espacio toca las estrellas, que todavía es muy amplio. Alégrese de su camino hacia delante; nadie puede seguirle. Sea bueno con los que van quedando atrás, seguro de usted y tranquilo ante ellos. No los atormente con sus dudas. No los intimide con su fe, con su entusiasmo: ellos no podrían comprenderle. Trate de comunicarse con ellos en la sencillez y en la fidelidad; esta comunión no debe sufrir necesariamente las mismas transformaciones que usted. Ame en ellos la vida bajo una forma extraña. Tenga indulgencia con aquellos a quienes la edad hace temer esa soledad a la que usted se abandona. Evite alimentar el drama, siempre a punto, entre padres e hijos; gasta demasiado la fuerza de los hijos y agota ese amor de los viejos que no tiene necesidad de comprender para actuar y recuperar su calor. No les pida consejo. Renuncie a ser comprendido por ellos. Crea solamente en un amor, que le es guardado como una rica herencia. Esté seguro de que hay en ese amor una fuerza, una bendición, que puede acompañarle tan lejos como usted vaya.

Rainer Maria Rilke,
De Cartas a un joven poeta, 1929.

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