viernes, 11 de mayo de 2007

crimen


La justicia no puede obtenerse bajo ninguna Ley; la acción de acuerdo a la naturaleza espontánea, la acción que es justa, no puede ser definida por el dogma. Los crímenes por los que se aboga en estos pasquines no pueden ser cometidos contra uno mismo o contra otros sino sólo contra la mordaz cristalización de las ideas en la estructura de venenosos Tronos y Dominaciones.

Es decir, no crímenes contra la naturaleza o la humanidad sino crímenes legalmente acreditados. Tarde o temprano el descubrimiento y la revelación del yo/naturaleza transforman a una persona en un malhechor -como salir a otro mundo y después volver a éste para descubrir que has sido declarado un traidor, un hereje, un proscrito-.

La Ley espera a que des un traspiés en algún modo del ser, que te conviertas en un alma diferente a la habitual carne muerta aprobada y sellada en púrpura por las autoridades sanitarias; y tan pronto como empiezas a actuar en armonía con la naturaleza la Ley te da el garrote y estrangula; así que no jueges al bendito mártir liberal de clase media; acepta el hecho de que eres un criminal y prepárate para actuar como tal.

Paradoja: abrazar a CAOS no significa deslizarse hacia la entropía sino emerger hacia una energía como estrellas, hacia un patrón de gracia instantánea; hacia un orden orgánico espontáneo completamente diferente a las pirámides de carroña de sultanes, muftíes, cadíes y verdugos sonrientes.

Después de CAOS viene Eros -el principio de orden implícito en la nada del Uno incualificado-. El amor es estructura, sistema, es el único código no narcotizado ni manchado por la esclavitud. Hemos de convertirnos en ladrones y timadores para proteger su belleza espiritual en una faceta de clandestinidad, en un jardín oculto de espionaje.

No sobrevivas meramente a la espera de que la revolución de otros te decida a tomar partido, no te alistes a los ejércitos de la anorexia o la bulimia; actúa como si ya fueras libre, calcula los riesgos, sal fuera, recuerda la Ley de Duelo -fuma grifa/come pollo/bebe te-. Cada hombre su propia viña e higuera (Circle Seven Koran, Noble Drew Alí); lleva tu pasaporte moro con orgullo, guarda tus espaldas, que no te cojan en el fuego cruzado; pero asume el riesgo, baila antes de calcificarte.

El modelo social natural del anarquismo ontológico es la pandilla de niños o la banda de atracadores. El dinero es un camelo - esta aventura ha de ser posible sin él - el botín y el pillaje habría que gastarlos antes de que vuelvan al polvo. Hoy es el Día de la Resurrección -el dinero empleado en belleza será transmutado alquímicamente en elixir-. Como mi tío Melvin solía decir, el melón robado sabe más dulce.

El mundo ya ha sido rehecho de acuerdo a los deseos del corazón; pero la civilización es la dueña de todos los contratos y de la mayoría de las pistolas. Nuestros ángeles feraces exigen la trasgresión, porque sólo se manifiestan en suelo prohibido. Bandolero. El yoga del sigilo, el golpe relámpago, el disfrute del tesoro.


Hakim Bey

De CAOS, los pasquines del anarquismo ontológico.

1985.

miércoles, 9 de mayo de 2007

polaroids


Este libro de poemas lo conseguí en el defe en un puesto de las librerías de La Jornada, de entrada me gustó el diseño (que resultó ser del autor) y ya (h)ojéandolo me llamó la atención su manera de usar el lenguaje, con muchísima sonoridad e imágenes... ja, exquisitas.

La poesía no tiene por qué servir para nada, pero a veces sirve.


IV
(Malabarista de limones)


Ella dice que, por las noches, los poetas le ayudan

a adelgazar su soledad.

Construye soliloquios evitando, minuciosamente,

conceptos trágicos como Tristeza o Desazón

o Sobrepeso. Pero es octubre

y el desconsuelo se le desprende de los árboles.

Por las tardes, en sus ojos, llueve.

Frecuentemente amanece anegada.

Me sumerjo en un balde de latón

que guardo bajo su cama.


Ella no lo sabe, ayer la vi frente a un aparador.

Sus ojitos de roedor

lamentaban llegar (otra vez) tarde
a las ofertas de fin de temporada.

Yo siempre estoy llegando tarde a todo,

así que (casi) la comprendo.


Poco después nos encontramos en un café del centro.

Le regalé un disco de la Dave envuelto

en papel periódico. Ella me regaló a Henry James.


(El tiempo se detiene. Afuera, la Gran Ciudad, oscurece)

Ella no lo sabe, en casa guardo una maleta

repleta de palabras que no le he dicho.

Una en particular

se me enreda (a menudo) en la punta de la lengua.

Le arrojo un par de promesas,

suele utilizarlas como separadores en libros que nunca lee.

Jugamos con la comida, mastica ruidosamente

mientras fracaso como malabarista de limones.

Caen al piso y sonreímos.

*
Polaroids,

R. Israel Miranda Salas
Editorial Pulque Humano
México
2006