miércoles, 16 de septiembre de 2009

La Voz del Cronopio


Ayer Karla Verde y yo platicábamos sobre Julio. Sí, ese Julio. Ése que no dejamos de releer y al cual ambos le debemos gran parte de nuestro amor por la literatura. Una cosa llevó a la otra y en un punto de la charla yo recordé que, en algún lugar, tenía guardadas estas pistas. Al escuchar apenas unas cuantas, Karla me pidió -en realidad me rogó, me exigió, me ordenó- compartirlas. Y quién soy yo para negar a Julio cuando todos lo quieren tanto, cuando él mismo dice querer sentarse con nosotros, a pesar del tiempo, para tomarse un café o unos tragos.

Después de escuchar la voz de Julio es imposible leer sus textos sin evocarla. Esas erres arrastradas y la emoción con la que va construyendo sus artificios verbales, siempre a la velocidad exacta y necesaria. No puedo evitar recordar ese capítulo de Rayuela en donde Talita graba sus palabras en un magnetófono. Y es que, al igual que ella, parece que a Julio le divertía tanto grabar su voz y jugar con todas las posibilidades encerradas en tal acto que, por momentos, nos hace sentir parte de un fenómeno fantástico -sobrenatural- y es como si de pronto él estuviera ahí, con nosotros, en el mismo cuarto, charlando y pidiendo algo caliente porque vengo de un invierno que para qué te cuento.

Y bueno, he aquí unos cuantos capítulos de Rayuela, fragmentos de El Perseguidor, historias de cronopios, algunos cuentos, poemas y demás textos leídos por Julio mismo. Además les incluyo el álbum Trottoirs de Buenos Aires, un disco de tangos grabado en 1980 en voz del Tata Cedrón y con letras de adivinen quién.