sábado, 23 de septiembre de 2006

Trabajos

Mi mente estaba llena de tesoros maravillosos, mi gusto era fino y exigente, mis músculos estaban en condiciones excelentes, mi apetito era vigoroso, mi aliento sano. No tenía nada que hacer salvo perfeccionarme, y me estaba volviendo loco con los progresos que hacía cada día. Aun cuando hubiera un empleo que pudiese desempeñar, no podía aceptarlo, porque lo que necesitaba no era un trabajo, sino una vida más rica. No podía desperdiciar el tiempo haciendo de maestro, abogado, médico, político o cualquier otra cosa que la sociedad pudiera ofrecer. Era más fácil aceptar trabajos humildes porque me dejaban la mente en libertad.

Henry Miller,
De Trópico de Capricornio (novela), 1961.

No hay comentarios.: