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jueves, 28 de junio de 2012

Manual de Literatura para Punks




A Kiko Amat lo conocí por ese librazo llamado Cosas que hacen BUM. Desde un principio me sorprendió su fresca irreverencia, su prosa divertida y sin freno. Sobre todo, la forma en que volvía tan cercanos a esos personajes ligeramente transtornados, ambiguos entre la adolescencia más cotidiana, tierna, y una subversión cabrona y clandestina. Todo esto aderezado con referencias a verdaderas joyas musicales setenteras. En fin, un librazo, ya lo dije.

Y como escanear todo el libro me llevaría un par de años de los cuales no dispongo, les traigo a cambio su famoso Manual de Literatura para Punks. Según tengo entendido este Manual fue publicado hace unos tres años para el fanzine La Escuela Moderna y ha sido utilizado por Kiko en un par de talleres literarios en Barcelona. No lo sé bien. Yo lo extraigo de la antología que recién publicó la revista Generación sobre la Contracultura en México, llamada La Cresta de la Ola, muy buena también por cierto.

A primera vista, este dichoso manual es una simple lista de consejos como los que daría cualquier otro escritor. En efecto, de eso se trata. Lo interesante es corroborar cómo el mismo Manual es un perfecto ejemplo de cada uno de los 17 puntos que Kiko Amat nos propone para crear literatura, literatura con cojones como él dice.

viernes, 10 de octubre de 2008

Generación & Monografico.net

Con mucho placer y porque-usted-lo-pidió, pongo a su disposición el libro completo que compila jugosos momentos de la Revista Generación y de Monografico.net. Para mayores referencias puede remitirse al post anterior, pero de una vez le cuento que aquí podrá usted recrearse con ensayos donde Juan José Gurrola, Germán List Arzubide, Carlos Martínez Rentería, Juan Villoro, Guillermina Escoto, Eusebio Ruvalcaba, Guillermo Fadanelli, Rafael Tonatiuh y otros más, reflexionan y debrayan sobre la contracultura. Textos que además se encuentran deliciosamente aderezados con historietas y viñetas como estas:

Póngase vivo y hágala suya porque como todo lo que hay aquí, es para usted y es gratis. Si desea saber más y vive en México, compre la revista Generación, usted sabe que vale la pena. Y si lo suyo son los cómics, puede visitar la página de Monográfico.net y bajarse de ahí muchos números en su sección de descargas. Salud!

viernes, 5 de septiembre de 2008

El ataúd de la Contracultura, Guillermo Fadanelli

Hace poco me encontré este librito (mide unos 10 x 15 cms) que reúne algunos artículos de la revista Generación, así como una muestra de las historietas que se publican en Monografico.net. Por tratarse de dos publicaciones que coinciden en ser transgresoras, provocativas y además longevas, nació la idea de hacer esta antología y en ella todos los textos giran alrededor de lo que se ha dado en llamar contracultura: ¿qué es? ¿con qué se come? ¿existe de verdad?

Miguel Brieva

Las letras están a cargo de Juan Villoro, Rafael Tonatiuh, J.M. Servín, y Eusebio Ruvalcaba, entre otros. En esta ocasión les dejo el texto de Guillermo Fadanelli, El ataúd de la contracultura.

Sí... me gusta mucho Fadanelli, me fascina el contraste que hay entre su ficción tosca y nada pretenciosa, y sus ensayos llenos de lucidez y claridad.

ATA

También les cuento que voy a volver a ausentarme porque me van a operar el ojo que me falta. Pero si les interesa checar la revista completa sólo díganlo y cuando regrese la pongo a su disposición. Quizá no sea rápido pero será seguro, y de antemano les agradezco su paciencia.

Cifré

EL ATAUD DE LA CONTRACULTURA
Guillermo Fadanelli

Es difícil encontrar una opinión común respecto de lo que significa en nuestros días la palabra contracultura. Mucho más complicado es ponerse de acuerdo sobre los escritores o artistas que pertenecen o forman parte de este movimiento. A pesar de las claras divergencias, es más o menos común aceptar que la Contracultura representa el conjunto de obras y actitudes que tuvieron lugar en Estados Unidos durante la sexta y séptima década de este siglo con el fin de oponerse a las instituciones y, en general, al pensamiento racional propio de Occidente: el que en Chicago un grupo de hippies se manifestara para proponer a un cerdo como candidato a la presidencia de Estados Unidos nos habla muy bien del espíritu de aquellos años. Otro ejemplo análogo sería la discusión llevada a cabo por dos internos de un pabellón siquiátrico para saber quién de ellos estaba más loco. Uno afirmaba que no había nadie adentro más perturbado que él y como prueba reconocía haber votado por Eisenhower para presidente de Estados Unidos. Su oponente respondió que su locura no era nada comparada con la suya, puesto que él había votado por Eisenhower en ¡dos ocasiones!, finalmente la discusión quedó saldada una vez que el primero confesó estr tan encabronadamente loco que volvería a votar por Eisenhower una vez más, acto que todos en el pabellón aceptaron como el más estúpido y menos cuerdo que sería capaz de hacer un hombre. La discusión tiene lugar en el libro de Ken Kesey, Alguien voló sobre el nido del cucú.

Estos ejemplos nos muestran (hay muchos más) que la Contracultura estuvo ligada a los movimientos políticos que se opusieron al capitalismo, además que estableció relaciones estrechas con el arte y buscó en el Oriente una inspiración para resistirse a la hegemonía de la marcha del progreso. Esta idea de contracultura proviene de una referencia histórica que supone a los escritores beat (Burroughs y sus amigos) como los ejemplos más publicitados de una literatura contracultural. No obstante, en estos días a pocos les interesa la historia y muchos escritores y artistas utilizan indistintamente las palabras subterránea o alternativa para referirse a una contracultura. En muchos casos poco tiene que ver lo subterráneo con la idea de oposición política o la crítica a las instituciones: yo he tenido en mis manos pubicaciones subterráneas de corte fascista, o fanzines que responden sólo al estímulo de las obsesiones personales.

Es imposible hacer un recuento de los escritores que han pertenecido o forman parte hoy en día de la cultura subterránea: igual que un granjero no sabe con exactitud cuántos y de qué tamaño son los topos que se comen sus hortalizas. Lo que sí es posible hacer es sugerir algunos rasgos naturales del supuesto escritor de la contracultura, de entrada, se trata de un escritor incómodo porque trata en sus obras temas tabú, o porque es un escandaloso o porque sus libros rompen las reglas del juego limpio. La última salida a Brooklyn es la novela de un autor incómodo para la estricta moral de la Inglaterra de mediados del siglo veinte: Hubert Selby Jr. La obra fue juzgada públicamente por un tribunal londinense debido a que, según los acusadores, tendía a depravar y corromper a los lectores. En lo personal recuerdo muy bien el pasaje de la novela en la que una mujer embarazada irrumpe en la fiesta privada de un grupo de travestidos para dar a luz, o la crucifixión de un líder sindical acusado de violar a un adolescente (De Selby Jr. hay un libro más o menos reciente: The song of the silent snow).

ATA

Si deseas leer el artículo completo,
descárgalo aquí


Sonia Pulido

HOY ME PONDRÉ UN DISFRAZ SALVAJE...
ME ACERCARÉ SUSURRANTE Y TE CANTARÉ NUESTRO AMOR HASTA LAS LÁGRIMAS.
SERÁN LÁGRIMAS DE RISA, LÁGRIMAS FANTÁSTICAS
Y TÚ SÓLO PODRÁS BESARME HASTA LA MUERTE.


lunes, 5 de mayo de 2008

Moho No.13


En esta ocasión dejo por acá una muestra de Moho, la revista que produce Guillermo Fadanelli. A mí me gusta porque el material es crudo y directo, literatura cínica y sin pretensiones al lado de buenos textos sobre filosofía, cómics absurdos, ilustraciones kitsch y una entrevista delirante al organista de un Sanborns.

Lo que les dejo el día de hoy, vendría a ser una contraparte a otro texto de Fadanelli que también es sobre escritores y lectores. No es necesariamente para estar de acuerdo, sino para explorar distintos puntos de vista ¡Disfruten de esta probadita y no olviden que el desayuno es la comida más importante!

* * *

Hace varios días, un amigo joven y escritor (ingredientes miserables) me comentó que publicaría un libro, ¿para qué? le pregunté. Hace falta tener escasa sensibilidad para añadir un poco más de basura al cesto editorial. A nadie le importa tu libro, sólo gastarás papel, espacio en librerías y añadirás un nombre más al directorio telefónico de los escritores. Carajo, le advertí, mejor hazte una puñeta. “Si eso hubiera pensado Moravia o Joyce nos habríamos perdido de sus obras magníficas”, fue el argumento que escogió para defenderse; ya saben que los escritores adoran los mitos, las frases célebres, creen que todo pueden solucionarlo con un buen aforismo. Le pregunté si esperaba vender su libro, a lo que respondió afirmativamente: “Por supuesto, si sólo son mil ejemplares”. A nadie le interesa leer tu obra, y menos en México; prefieren la televisión o el radio, información que no pase por el cerebro, y en caso de que se les ocurriera leer un libro, allí están las parábolas de Cuauhtemoc Sánchez o las sentencias elementales de Luis Pazos, o la chabacanería maternal de las escritoras de realismo magic and wonderful. Y no sólo eso, antes de comprar tu novela preferirán un libro que les aconseje cómo vivir mejor, cómo comer mejor, cómo coger mejor, cómo escupir mejor, cómo ser el primero en comer, en coger, en escupir. Por Dios, ¿a quién le importa tu puta novela? pregunté a mi gran amigo. “Yo no escribo para la masa, dijo el palurdo, sino para las élites, para aquellos capaces de apreciar la literatura, para las sensibilidades poco comunes.” ¿Para los universitarios? pregunté. Porque los universitarios sólo leen a los clásicos y además lo hacen para pasar el examen. Además, mucho antes que a ti, las élites van a leer a Moravia, a Joyce, a Proust, Kafka, Musil, Handke, Canetti, Beckett, Roth, Benjamín y varios miles, y después de leer a los europeos van a seguirse con Carpentier, Neruda, Sabato, Borges, Lezama, Cortázar, Piglia, Arlt, Asturias, Güiraldes, Puig, García Márquez, Donoso, y otros miles, y después van a leer a los mexicanos, a Sor Juana, Reyes, Torri, Guzmán, Yánez, Paz, Fuentes, Spota, Arreola, García Ponce, Ibargüengoitia, Arredondo, y otros miles. Y después van a leer a los escritores que promueven las editoriales (listas de libros más vendidos), y a los jóvenes promesas (escogidos de antemano, naturalmente) y después, mucho después, van a sentarse al excusado y a la mejor allí hojearán un libro tuyo. Y sólo si el libro les fue regalado porque estando los precios de ese calibre, dime si alguien, a no ser que sea tu mamá, va a soltar cincuenta pesos por un libro tuyo; antes comprarían a los miles y miles de escritores que llegaron antes que tú. ¿Qué te parece? ¿No es mejor hacerse una puñeta?

La discusión no continuó. Ningún argumento es bueno para un escritor entusiasmado; no pude disuadirlo y en unas semanas el pobre publicará su novela. Tiene deseos de ser alguien.



miércoles, 23 de abril de 2008

En la Ruta de la Onda


Aprovecho el
Día mundial del libro y el derecho de autor, para retomar este espacio que tanto me gusta, y al mismo tiempo compartir un texto que es clave para enterarse de cómo pasaron las cosas en torno al nacimiento del rock tanto en Estados Unidos como en México: un ensayo histórico y filosófico desde el mismísimo interior del movimiento, donde Parménides García Saldaña nos lo cuenta todo con la naturalidad, el sentido crítico y la crema que nunca le faltan.

Del "incidente" de Altamont a Jack Kerouac, los beatniks y el jazz, James Dean, Elvis Presley y el papel del negro en la música gabacha, Bob Dylan, el folk, la onda yippie, el lenguaje de la onda, la marihuana, "el ñero", la falocracia y las pandillas, Tin Tán, el swing, "el junior", la clase media, Chuck Berry, la beatlemanía y la desacralización de los Rolling Stones...

Este es un libro que todos los rockers deben conocer y difundir. Acompáñenlo con cerveza fría, un porro y por supuesto ¡mucho rocanrol!

* * *

En el lenguaje de la onda está el síntoma del adolescente clase media por vivir la aventura. Ir hacia ese modo distinto de hablar –penetrando en los barrios bajos- es viajar hasta la fuente de la libertad que se cree localizable en los impulsos, en el instante. En ese instante donde no interviene la conducta condicionada, predeterminada por la educación y las convenciones, sino que sólo requiere la participación del individuo en el momento: la vida hay que vivirla. En el otro lado de la conciencia.

El lenguaje de la onda desconoce sistemas, leyes, porque es creado de lo efímero, es creado para el instante. El lenguaje de la onda, así visto, es una de las formas que contienen el signo de la rebeldía. Pasando el tiempo tal vez es el único resto más o menos perdurable del cadáver de toda onda, porque en él esa onda –una onda- trató de definirse, perpetuarse, buscar una interpretación a su divergencia.

Brandito ya tiene su uniforme que lo hace temido, despreciado. Su creencia en ese aspecto temible y despreciable lo hacen sentirse. El uniforme es para indicar su presencia a los otros. Él tiene el poder en las calles donde ha llegado su fama. Y sólo comparte el poder con los que personifican como él mismo el papel de branditos en la ciudad de México.

Estos brandos traducidos al mexicano son los pioneros de la onda que llegaron a la ciudad de México en la primera mitad de la década de los cincuenta. ¿Cuál era su onda?

Las pandillas: Chicos Malos de Peralvillo, Gatunos del sur de la ciudad de México, Los Nazis de Portales, Los Azotes de la Narvarte, los de la Roma. Célebres fueron El Flotador, La Monina, Pepencho, La Marrana, El Poli. ¡Aquí la Guerrero!

Sus victorias en pleitos callejeros contra pandillas de otras calles los hicieron famosos más allá de sus colonias. Se les temió y aborreció. Fueron los Chavos Más Malditos de México. Arrojados, audaces, valientes, sin miedo al peligro, al filo de la muerte. Fríos ante la calaca. El cine estaba en las calles. “Juventud desenfrenada” que fue sólo el reflejo de la desenfrenada mente del cine mexicano. Marlon Brando se ha multiplicado. Marlon Brando se ha vuelto representación, reflejo. La onda fue ser el más listo, tiro con las viejas. La onda fue traer la mejor nalga. La onda fue ser el más chingón para los chingadazos. La onda fue aguantar todo más que los cuates: más alcohol en la sangre, más venidas con las viejas. La onda es resistencia.

Entre más rudo, frío, indiferente, se era el más chingón. ¿Y quién tenía un lenguaje tan áspero, salvaje, original, audaz como nuestro ondero brandonero? Pues el ñero. Mis ñeros, que son mis carnales, mis hermanos del alma, mis camaradas, mis tovariches, mis partners.

Is barniz. El ñero es nuestro manito, nuestro compita, el carnal que comparte nuestras penas y nuestras alegrías, nuestro blues y nuestro rhythm & blues. Nuestro ñero entiende nuestra onda porque anda en la misma onda que nosotros. Con el mismo blues en la sangre.

* * *

Para leerlo completo
¡Descárgalo acá!


EN LA RUTA DE LA ONDA
Parménides García Saldaña
Ed. Diógenes
1972


miércoles, 9 de enero de 2008

Corrientes de lo alterno, vol.1

Corrientes de lo alterno es una deliciosa colección de ensayos sobre música cuyos temas van del trash al acid jazz, pasando por el rock chicano, el grunge, Frank Zappa y la música minimal. Los ensayos aparecieron originalmente en la revista Corriente alterna, y luego fueron compilados por Sergio Monsalvo para la Editorial Ponciano Arriaga de San Luis Potosí, que los editó en dos volúmenes.

Además de abordar la historia de los géneros y dar buenas referencias de discos quehayqueescuchar, este libro trae una amplia colección de anécdotas del rock, e información sobre ciertos temas que están estrechamente relacionados con él, como el sadomasoquismo, el cyberpunk o el (des)uso del vinil.

Este tema llamó mi atención porque soy fan de los acetatos, tengo algunos que atesoro y por supuesto que escucho (también me hice ya de algunas agujas porque quien sabe hasta cuando siga siendo posible encontrarlas). Los textos en torno a este friki pero rockerísimo vicio que es el vinil son muy buenos y aquí se los dejo todos por si tienen ganas de leerlos:
  • El acetato, últimos estertores (David Cortés)
  • ¡Ay, mis discos! (Hugo García Michel)
  • Los negritos, o cuando el monoaural cumplía funciones monoptéricas (Héctor León Diez)
  • Los últimos románticos del vinil (José Xavier Návar)
  • Un anacronismo delicioso (Xavier Quirarte)
  • Aquellos ojos negros (Carlos Rubio Rosell)
  • El long play, una forma de arte perdida para siempre (Jorge R. Soto)
  • Confesiones de un traidor (Xavier Velasco)
  • Un aura que devuelve la mirada (Sergio Monsalvo C.)
  • Semblanza a 33 R.P.M. (Sergio Monsalvo C.)


* * *

EL ACETATO, ÚLTIMOS ESTERTORES

David Cortés


Hace unos meses, el colectivo de músicos y, al mismo tiempo, sello independiente Quiet Artworks puso en circulación Akasa/Für Cleo y No Is E Monocle, dos álbumes en los cuales lo sorprendente es la cantidad de ideas puestas en juego y el formato que las contiene. Sin proclamar la nostalgia, la naciente compañía ha lanzado este par de discos en un material digno de anticuarios: el vinil.

Un acto osado al final del milenio. ¿Quién, en los tiempos modernos se atreve a grabar en vinil? La conversión de la industria fue veloz, convirtió al acetato en un objeto prehistórico, pero cada vez que un nuevo compacto aparece y deja de lado a un vinil en el camino, quien esto escribe recuerda las ocasiones en las cuales solía hacerse de sus primeros discos.

La convivencia con un trozo de acetato que guarda música en cada uno de sus surcos ha sido una de las más gratas. Esas piezas, para algunos un trozo sin significado ni valor alguno –emocional o económico-, son los objetos de una relación fructífera. Fieles, los discos esperaban su turno para ser tocados, sabedores de que no importaba el tiempo en el cual permanecían silenciosos, tarde o temprano se regresaba a ellos para extraer sus secretos.

La emoción empezaba con la selección. Ir a la tienda mejor surtida –en ese entonces ninguna superaba a Hit 70- y hurgar entre las interminables cajas. Tal vez uno tuviera en mente un disco en particular, pero siempre sucedía algo curioso. Uno se detenía para ver las portadas y las examinaba con sumo cuidado, incluso aquellas cuya música no era del interés personal. El arte gráfico de entonces era más gratificante, sin duda alguna, y cuando uno emergía de la tienda con un par de discos la rabia era incontenible. Adentro quedaba un universo entero por descubrir, y el par de acetatos bajo el brazo únicamente mitigarían el hambre momentáneamente.

Comenzaba entonces una suerte de ritual. Subir al metro o al camión, esperar que alguien desocupara el asiento y entonces abismarse en la contemplación de las portadas; leer, cuando los brincoteos del automotor lo permitían, la información de la compra, reconocer nombres, extrañarse ante aquellos desconocidos e, incapaz de contener el ansia, abrir el celofán para revisar el interior. Las letras, generalmente impresas en la funda interior, eran la lectura obligada en el trayecto a casa.

No hay nada más hermoso que la límpida superficie de un acetato recién abierto. Su característico olor penetraba el olfato y al descender la aguja sobre el surco, sin producir ruido alguno, se tendía un manto en el que era imposible no dejarse llevar. Todas las devociones de mi melomanía nacieron de este contubernio: Bowie, Stones, Eagles, el rock progresivo, Gabriel. Ellos se encargaron de marcarme muy temprano y extendieron la capacidad de mis sentidos no sólo con su música; también eligieron la imagen de las portadas como sus ayudantes en esa iniciación. No había goce más excitante que toparse con una portada de funda doble y seguir a través de ella una historia delirante (Gong o Genesis, por ejemplo).

Hoy el acetato es un objeto en desuso, el patito feo de una industria, incluso el cassette lo ha logrado vencer; pero los compactos, tal vez por su excesiva pulcritud y por aceptar un manejo tosco, no merecen el mismo respeto de sus antecesores. De alguna manera los CDs han degradado el amor por la música. Han elevado su fidelidad, alargado el contenido y eliminado el molesto scratch, pero también esa relación de extremos cuidados se ha roto.

Por eso, ahora que la compañía Quiet Artworks ha editado este par de acetatos no deja de sorprenderme. Han optado por la contracorriente, a la espera de que su ejemplo se mantenga como una muestra de la devoción a un arte por el arte mismo, y no como un ente mercantil con la posibilidad de acceder a un mercado masivo, pero desgraciadamente los tiempos son poco favorables y hoy el acetato, ése que tantas alegrías y decepciones procurara en el pasado, termina por dar sus últimos estertores de vida.


Corrientes de lo Alterno Vol.1
Sergio Monsalvo (compilador)
Ed. Ponciano Arriaga
San Luis Potosí, 1998

jueves, 1 de noviembre de 2007

Pasto Verde

Esta es la primera novela de Parménides García Saldaña, otro producto del convulso año de 1968. Lo único que les diré es que este texto por siempre adolescente me ha devuelto la capacidad de asombro y las ganas de escribir, sin mayor pretensión que divertirme y documentar mi momento. El resto de la reseña, la dejo a cargo de Marco X, un rocker que generosamente escaneó su libro para que todos lo pudiésemos disfrutar:

"... que lo que publiques en tu blog y mi pequeña colaboración sirva de ofrenda, junto con un buen cigarro y un drink, para que Parménides Garcia Saldaña sea recordado y no muera realmente, reconociendo su formidable vigencia, a estas alturas del nuevo siglo, que se reconozca su capacidad literaria y más allá de condenar sus actitudes, vicios y hasta locuras, se recuerde a un hombre que vivió su tiempo con una actitud comprometida consigo mismo y que nunca claudicó o transformó su pensar a cambio de fama o comodidad, ¡yo me muero como viví!, diría el gran Silvio.

más que la apología de las drogas el alcohol el rock and roll y el sexo, o el uso de un lenguaje violento sucio, ofensivo o clasista, Parménides escribe la realidad de su tiempo: la hipocresía, la falsa moral, la política y las poses de una generación subyugada por sus padres, el estado, la iglesia. También escribe de sus vivencias sin freno, de la libertad vivida hasta las últimas consecuencias, llámese pisar carcel, hospital siquiatrico, baldíos, cantinas de buena muerte y cuartuchos de azotea.

cuando leí el libro, sus páginas se convirtieron en una gran ventana por la cual me veía volando en un cielo azul con mis zapatos alas y vi a muchos amigos y parientes siendo felices en el rol, cotorreando bien acá y disfrutando de la música, fumando y simplemente viviendo! ahi sabor."

* * *

si Cristo no pudo cambiar al mundo menos lo voy a cambiar yo

por eso nena estoy ahora metido de camionero viajando por todo el país para ver si de veras vivimos como en parís

aquí estoy escribiendo esto y no un libro de texto aquí estoy viviendo un día más No de veras que no sé qué voy a hacer mañana No sé qué vas a hacer tú nena te vas a levantar temprano y vas a ir a la escuela y vas a estar todo el día aburrida o vas a ir a la oficina y vas a esperar que las horas pasen y pasen para regresar a tu casa y estar aburrida

pero nena ya no hay que confundir los colores

sé donde está el blanco en este Paraísodelanada y trataré diario de ser como no fui ayer y trataré de no ser como los demás y por eso hoy uso lentes oscuros nada más para distinguirme y por eso uso botas de cuero con barro para no olvidarme del camino andado y por eso escucho discos de los Rolling Stones y los Beatles para no confundirme con la gente fresa y para no confundirme con la gente cuadrada uso la melena abultada y nena recuerda que de tu situación tus papás no tienen la culpa de nada nada más que tú debes de saber quién decide tu vida si la estulticia o la calma si el nuevo bravo mundo o la decadencia yo no soy del pri porque las instituciones me enferman

me enferma no sentirme libre y en la vida nena hay que ser libres libres como el viento libres como los pájaros y las abejas como los árboles y las flores

las instituciones asesinaron a Cristo nena

que predicaba el bien el amor el cielo la vida

y los estoy viendo a ustedes banqueros comerciantes licenciados en derecho militares pelusarios los estoy viendo crucificando a Cristo

¡Los estoy viendo a ustedes bastardos ustedes los dignos representantes de las instituciones!

ustedes los dueños de las joyas y los edificios ustedes los señores directores de las oficinas públicas ustedes césares albañiles del odio dueños de las vidas ajenas

lo bueno es que yo nunca me he creído un perro faldero lo bueno es que yo nunca he seguido modelos yo me he instruido he leído libros extranjeros ajenos a su idiosincrasia o idiotagracia pero no se espanten chaparroburgueses yo sólo sé leer en inglés y todo lo que estoy diciendo lo leí en las obras de Shakespeare y también en la vida del Buscón de Quevedo yo más que mexicano debo de ser un charro francés y desde entonces ando en el camino regalando Howl que es un poema de Allen Ginsberg!

y lo más seguro es que mañana no me importe porque mañana es otro día un día nuevo y no sé si haré otra cosa porque en primera y en segunda y en tercera no sé a qué hora voy a levantarme porque no uso reloj despertador para no atrofiarme los oídos

Recuerden hijos míos que cuando se vive en las tinieblas se le quiere arrojar piedras a cualquiera y hay veces qu a uno mismo pero esto cuando menos es más honesto. But ¿para qué arrojar piedras? ¿Para qué? No tiene caso sería participar en el juego. Y cuando uno juega termina confundido porque la gente que juega no piensa y la que piensa llena la vida de reglas y es muy fácil demostrar esto le da uno una palmada a alguien y de pronto esa gente se queda empty y a mitad del camino desaparece La onda es hacer lo que uno quiera y punto y ya

* * *

sábado, 20 de octubre de 2007

Una vida de microbios

Las fábulas pánicas de Alejandro Jodorowsky se publicaron semanalmente en el Heraldo de México entre 1967 y 1973.

Recientemente se reunieron y editaron en un solo tomo, y ahí fue cuando tuve la oportunidad de leerlas. Los temas son los que han caracterizado la obra de Jodorowsky tanto en cine como en teatro y literatura. Son además un maravilloso producto de su época, a pesar de que el propio autor ha "confesado" que cuando empezó con esta serie, sus conocimientos de dibujo eran tan limitados que se vio obligado a borrar y rehacer sus bocetos en varias ocasiones. El resultado es una estética lisérgica y unas historias que abrevan de mitos sufíes, películas, textos de Gurdieff, tarot y más.

Para muestra, aquí les dejo la fábula del 18 de febrero de 1968:


La fábula lista para imprimirse, aquí.

lunes, 8 de octubre de 2007

Pregúntale al polvo

Como casi todos, llegué a John Fante vía Bukowski que siempre lo recomendó con pasión y vehemencia, chequen si no el prólogo con que inicia esta novela. Ambos fueron contemporáneos y Pregúntale al polvo es parte de la serie que presenta a Arturo Bandini, un hijo de inmigrantes italianos que vive en California, y pasa sus años de juventud y vagancia mientras observa el mundo y busca fortuna como escritor.

* * *
6

Subí mi habitación por los polvorientos peldaños de Bunker Hill y pasé ante los edificios forrados de hollín que jalonaban aquella calle en sombras; la arena, el aceite y la grasa asfixiaban las palmeras inútiles que se erguían cual prisioneros moribundos, encadenados a un mínimo pedazo de tierra y con los pies ocultos por el asfalto negro. Polvo y edificios viejos, viejos asomados a las ventanas, viejos que salían tambaleándose por las puertas, viejos que avanzaban con esfuerzo infinito por la calle en sombras. Viejos procedentes de Indiana, de Iowa, de Illinois, procedentes de Boston, de Kansas City, de Des Moines, viejos que habían vendido la casa y la tienda, que habían llegado en tren y en autobús a la tierra del sol, para morir al sol, apenas con el dinero necesario para vivir hasta que el sol los exterminase, los arrancara de raíz cuando les llegara la hora, lejos de la prosperidad pretenciosa de Kansas City, de Chicago y de Peoria para encontrar un lugar en el sol. Pero cuando llegaron se dieron cuenta de que otros ladrones, más listos que ellos, se habían quedado con todo, que hasta el sol era de los demás; Smith, Jones, Parker, farmacéuticos, banqueros, panaderos, polvo de Chicago, Cincinnati y Cleveland en los zapatos, condenados a morir al sol, unos dólares en el banco, suficientes para suscribirse a Los Angeles Times, suficientes para mantener vivo el espejismo de que estaban en el paraíso, de que sus casas de cartón piedra eran castillos. Los desarraigados, los vacíos y melancólicos, los viejos y los jóvenes, gente de mi tierra. Tales eran mis vecinos, tales eran los nuevos californianos. Con sus jerseys deportivos y sus gafas de sol, estaban en el paraíso, estaban en su medio natural.

Pero en la parte baja, en Main Street, Towne y San Pedro y en los dos últimos kilómetros de Fifth Street vivían decenas de miles de ciudadanos distintos; no tenían para comprarse gafas de sol ni jerseys deportivos aunque fueran baratos, y se ocultaban durante el día en las callejas y por la noche se metían en pensiones de mala muerte. Ningún policía de Los Angeles detenía por vagancia a nadie que llevase jersey grueso como los que se llevan en los países fríos. De modo, chicos, que ya pueden comprarse un jersey deportivo, unas gafas oscuras y unos zapatos blancos; si pueden. Intégrense en algún club o sociedad. De todos modos no tienen escapatoria. Al cabo de un tiempo, tras ingerir dosis masivas del Times y el Examiner, también ustedes la querrán correr en el soleado sur. Comerán hamburguesas año tras año y vivirán en pisos y hoteles polvorientos e infestados de bichos, pero todas las mañanas verán el sol maravilloso, el sempiterno azul del cielo, y las calles estarán llenas de mujeres provocativas que no ustedes no poseerán jamás, y las tórridas noches cuasitropicales les hablarán de historias de amor que no vivirán nunca; pero no se preocupen, muchachos, seguirán estando en el paraíso, en la tierra del sol.

En cuanto a los del mismo lugar que ustedes, les pueden mentir, porque no soportan la verdad, no querrán aceptarla y antes o después también ellos querrán mudarse al paraíso. A los del mismo lugar que ustedes no los pueden engañar. Saben lo que es la Baja California. Leen los periódicos, leen las revistas ilustradas que se venden en todos los quioscos y librerías de América. Han visto fotos de las casas que tienen los astros y estrellas de la pantalla. No les pueden contar nada nuevo sobre California.

Tumbado en la cama me puse a pensar en ellos mientras contemplaba el ir y venir de las luces rojas y parpadeantes del St. Paul Hotel, y me sentí muy mal, porque aquella noche me había comportado como ellos. Como Smith, como Parker, como Jones, aunque nunca había pertenecido a su misma clase. ¡Ah, Camila! De niño, allá en Colorado, eran Smith, Parker y Jones los que me ofendían con sus motes despectivos, los que me llamaban macarroni, espaguetini y aceitoso, y sus hijos me insultaban como yo te he insultado esta noche. Me hicieron tanto daño que jamás podría ser como ellos, me obligaron a encerrarme en los libros, a encerrarme en mí mismo, a huir de aquel pueblo de Colorado, y a veces, Camila, cuando les veo la cara vuelvo a experimentar la misma humillación, el mismo desprecio de entonces, y a veces me alegro de que estén aquí, pudriéndose al sol, desarraigados, engañados por su propia inhumanidad, las mismas caras, las mismas bocas rígidas y endurecidas, caras de mi pueblo, deseosas de llenar su vacío existencial con un sol abrasador.

Los veo en el vestíbulo de los hoteles, los veo tomando el sol en los parques, salir renqueando de las iglesias pequeñas y feas, con una cara tan volcada sobre sus dioses extraños que sólo refleja pesimismo, en el Templo de Aimée, la predicadora radiofónica, en la Iglesia de Yo Soy El Que Soy.

Los he visto salir haciendo eses de sus palacios de cine, entornar sus ojos vacíos ante la realidad de todos los días, volver a casa tamaleándose para leer el Times, para saber qué pasa en el mundo. He vomitado al leer su prensa, he leído sus libros, observado sus costumbres, comido su comida, deseado a sus mujeres, abierto la boca ante el arte que producen. Pero soy pobre, mi apellido termina en vocal, me odian a mí y odian a mi padre, y al padre de mi padre, y si por ellos fuera, me sacarían la sangre, me sacrificarían, pero ya son viejos, agonizan al sol y en el polvo tórrido del camino, y yo soy joven y estoy lleno de esperanzas y de amor por mi patria y mi época, y cuando te llamo sudaca y aceitosa, no te lo digo con el corazón, sino por el resabio de una antigua herida, y siento vergüenza por el daño que te he hecho.

* * *
El libro completo aquí

Se lee con Adobe Reader

¡Que lo disfruten!


domingo, 9 de septiembre de 2007

Marc, la sucia rata


Esta novela me la encontré on-line (vía katarsis-net).
José Sbarra, argentino, heroinómano, verdadero escritor maldito, crea el personaje de Marc: un vago que cuando no está drogándose o intentando suicidarse, gusta de cuestionar con afilado cinismo los dogmas y valores de un policía con el que siempre se encuentra en la calle, asi como de ir construyendo página a página su propia novela: Los pros y contras de hacer dedo, una colección de historias que abordan distintas facetas de la experiencia humana.

* * *

MARC Y EL POLICÍA

-Marc, sucia rata, ese brillo extraño que veo en sus ojos me confirma que usted se ha drogado.

-Oficial, me decepciona, usted dice "este joven se ha drogado", y cierra su mente como si fuera una caja metálica.

-O sea que es verdad. Efectivamente es adicto a las drogas.

-Todos somos adictos a algo en este país. Usted es adicto a su uniforme. Sin él se siente nada. Tiene que aprender a controlarse, oficial, si no algún día va a morir de sobredosis.

-¿Qué dice?

-Sobredosis de uniforme, oficial, se han dado casos terribles.

* * *

LOS PRO Y LOS CONTRA DE HACER DEDO

Cuántas veces te besé, pequeña. Cuántas veces mi lengua llenó tu boca, la recorrió como una fiera asustada y se quedó largo rato sin ganas de salir de tu cueva. Cuántas veces mojé tus párpados y tus piernas, y tu espalda y tu entrepierna y tus labios verticales. Cuántas veces tuve miedo y felicidad de tenerte y de perderte. Cuántas veces te llené los pulmones con el humo de mi tabaco. Cuántas veces te aprisioné en tu cuerpo. Cuántas veces secuestraste mi sexo entre las paredes húmedas de tus cavernas y me hiciste saber que nada tenía importancia, que no importaba si la vida me andaba bien o me andaba mal o no me andaba. Cuántas veces no importó nada más que tu mirada y tus increíblemente flacos brazos. Cuántas veces lloraste y cuántas fuiste sólo una pequeña huérfana que se dejaba sodomizar hasta quedarse dormida.



miércoles, 22 de agosto de 2007

La máquina de follar


Este es uno de mis libros favoritos de Bukowski. Su estilo, preciso y simple, se encuentra en cada uno de los relatos, que como casi siempre resultan ser aventuras medio ficticias y medio reales que te llevan del mundo de las revistas y editoriales under de los 60's, a los pabellones de una beneficencia para pobres o a la sala de su casa con un sofa y un radio que toca a Mahler; vagabundos, borrachos, prostitutas, escritores en ciernes y hasta una robot en el sótano de una cantina -la mismísima máquina de follar- son algunos de sus personajes.

Tambien hay sorpresas: Animales hasta en la sopa es un cuento delirante y muy distinto a lo que normalmente está acostumbrado un lector de Buk. A pesar de que él vivía en California durante la explosión del flower power, hay muy pocas referencias a los hippies o incluso los beatniks en su obra, pero aquí se puede encontrar un texto donde expone de forma contundente y exquisita su opinión acerca del LSD y la prohibición:

Un mal viaje

¿nunca habéis pensado que el LSD y la televisión en color llegaron para nuestro consumo más o menos al mismo tiempo? nos llega toda esta pulsación explorativa de color y ¿qué hacemos? prohibimos una cosa y jodemos la otra. la televisión, desde luego, es inútil en las manos actuales; creo que no hay mucho que discutir al repecto. y leí que en un registro reciente se declaraba que un agente había recibido una rociada de ácido en la cara, arrojada por un supuesto fabricante de droga. alucinógena. esto es también un derroche. hay ciertas razones esenciales para prohibir el LSD, el DMT, el STP. puede hacer que un hombre pierda permanentemente el juicio. claro que lo mismo podría aplicarse a la recolección de remolacha, o al trabajo en cadena apretando tornillos en una fábrica de coches o a lavar platos o a enseñar primer curso de inglés en una de las universidades locales. si prohibiésemos todo lo que vuelve locos a los hombres, toda la estructura social se derrumbaría: el matrimonio, la guerra, las líneas de autobuses, los mataderos, la apicultura, la cirugía, todo lo que se te ocurra. cualquier cosa puede volver loco a un hombre, porque la sociedad se asienta en bases falsas. hasta que no lo derribemos todo y lo reconstruyamos, los manicomios seguirán descuidados. y los recortes que hace nuestro buen gobierno a los presupuestos de los manicomios los tomo como una sugerencia implícita de que a los enloquecidos por la sociedad no debe mantenerlos y curarlos esa sociedad misma, en este período de inflación y locura fiscal generalizadas. ese dinero sería mejor para hacer carreteras, o para rociarlo con mucha medida sobre los negros, y que no quemen y arrasen nuestras ciudades. y tengo una idea espléndida: ¿por qué no asesinar a los locos? piensa en el dinero que nos ahorraríamos. incluso un loco come demasiado y necesita un sitio para dormir, y los cabrones son tan repugnantes... chillan y embadurnan de mierda las paredes, y demás. bastaría con un pequeño cuadro médico que tome las decisiones y un par de enfermeras o enfermeros que tengan buena pinta y que mantengan a un nivel satisfactorio las actividades sexuales extralaborales de los psiquiatras.

en fin, volvamos, más o menos, al LSD. lo mismo que es cierto que cuanto menos recibes más arriesgas (pensemos en la recolección de remolacha) también es cierto que cuanto más recibes más arriesgas. cualquier complejidad exploratoria, pintar, escribir poesía, asaltar bancos, ser dictador, etc., te lleva a ese punto en que peligro y milagro son casi como hermanos siameses. raras veces conectas, pero mientras estás en movimiento, la vida es sumamente interesante. es bastante agradable acostarse con la mujer de otro, pero tú sabes que algún día te van a coger con el culo al aire. esto únicamente hace más placentero el acto. nuestros pecados se manufacturan en el cielo para crear nuestro propio infierno, cosa que evidentemente necesitamos. sé lo bastante bueno en cualquier cosa y te crearás tus propios enemigos. los campeones reciben abucheos. la multitud está deseando verles hundidos para arrastrarles a su propio cuenco de mierda. son pocos los idiotas que resultan asesinados; un ganador puede ser liquidado, con un rifle comprado por correo (eso dice la historia) o con su propio rifle en una ciudad pequeña como Ketchum. o como Adolfo y su puta cuando Berlín se desternilla en la última página de su historia.

el LSD puede machacarte también porque no es terreno adecuado para empleados leales. concedido, el mal ácido, como las malas putas, te puede liquidar. la ginebra casera, el licor de contrabando, también tuvo su día. la ley crea su propia enfermedad en mercados negros ponzoñosos. pero, en el fondo, la mayoría de los malos viajes se deben a que el individuo ha sido moldeado y envenenado previamente por la sociedad misma. si un hombre está preocupado por el alquiler, los plazos del coche, los horarios, una educación universitaria para su hijo, una cena de doce dólares para su novia, la opinión del vecino, levantarse por la bandera o qué va a pasarle a Brenda Starr, una píldora de LSD probablemente le vuelva loco, porque, en cierto modo ya lo está y sólo soporta las mareas sociales por las rejas externas y los sordos martillos que le hacen insensible a cualquier pensamiento individualista. un viaje exige un hombre que aún no esté enjaulado, un hombre aún no jodido por el gran Miedo que hace funcionar toda la sociedad. por desgracia, la mayoría de los hombres sobrestiman su mérito y su dignidad como individuos esenciales y libres, y el error de la generación hippie es no confiar en nadie de más de 30. 30 no significa nada. la mayoría de los seres humanos quedan capturados y moldeados, por completo, a la edad de siete u ocho años. muchos de los jóvenes PARECEN libres pero esto no es más que una cuestión química del organismo y la energía y no algo real del espíritu. he encontrado hombres libres en los sitios más extraños y de TODAS las edades. (conserjes, ladrones de coches, lavacoches, y también algunas mujeres libres, la mayoría enfermeras o camareras, y de TODAS las edades). el alma libre es rara, pero la identificas cuando la ves: básicamente porque te sientes a gusto, muy a gusto, cuando estás con ellas o cerca de ellas.

un viaje de LSD te muestra cosas que no abarcan las reglas. te muestra cosas que no vienen en los libros de texto, y cosas por las que no puedes reclamar a los concejales del ayuntamiento. la yerba sólo hace más soportable la sociedad presente. el LSD es otra sociedad en sí mismo. si tienes tendencia social, puede que etiquetes el LSD como «droga alucinógena», lo cual es fácil medio de eliminar y olvidar el asunto. pero lo de alucinación, la definición de ella, depende del polo desde el que operes. todo lo que te está sucediendo en el momento en que lo está, constituye la realidad misma: ya sea una película, un sueño, una relación sexual, un asesinato, que te maten a ti o el tomarse un helado. las mentiras se imponen más tarde; lo que pasa, pasa. alucinación es sólo una palabra del diccionario y un zanco social.

cuando un hombre está muriendo, para él es muy real. para los demás, no es más que mala suerte o algo que hay que esquivar. la funeraria se cuida de todo. cuando el mundo empiece a admitir que TODAS las partes ajustan en el todo, entonces empezaremos a tener una oportunidad. todo lo que ve un hombre es real. no lo puso allí una fuerza externa, estaba allí antes de que naciera él. no le acuséis de que lo vea ahora, no le reprochéis volverse loco porque la educación y las fuerzas espirituales de la sociedad no fueron lo bastante sabias para decirle que la exploración nunca termina. no le digáis que debemos ser todos mierdecitas encajonadas en nuestro abecé y nada más. no es el LSD la causa del mal viaje: fue tu madre, tu presidente, la chiquita de la puerta de al lado, el heladero de las manos sucias, un curso de, álgebra o de español obligatorios, fue el hedor de una cagada de 1926, fue un hombre de nariz demasiado larga cuando te dijeron que las narices largas eran feas; fue un laxante, fue la brigada Abraham Lincoln, fueron los caramelos y las galletas, fue la cara de F. Delano Roosevelt, fueron las gotas de limón, fue el trabajar diez años en una fábrica y que te echaran por llegar un día cinco minutos tarde, fue aquel viejo idiota que te enseñó historia en sexto curso, fue aquel perro tuyo atropellado y el que nadie supiera trazarte el mapa luego, fue una lista de treinta páginas de largo y seis kilómetros de anchura.

¿un mal viaje? todo este país, todo este mundo, es un mal viaje, amigo. pero te meterán en la cárcel por tomarte una píldora.

yo aún sigo con cerveza porque, en realidad, tengo ya cuarenta y siete años y ando muy enganchado. sería tonto del todo si me creyera libre de todas sus redes. creo que Jeffers lo expresó muy bien cuando dijo, más o menos, cuidado con las trampas, amigo, hay muchísimas, dicen que hasta Dios quedó atrapado en una cuando bajó a la tierra. por supuesto, ahora algunos no estamos tan seguros de que fuese dios, pero fuese quien fuese tenía trucos muy buenos, pero da la sensación de que habló demasiado. cualquiera puede hablar demasiado. hasta Leary. o yo.

ahora es un sábado frío. se hunde el sol. ¿qué hacer en el ocaso? si yo fuese Liza, me peinaría el pelo, pero no soy Liza. en fin, cojí este National Geograpbic viejo y las páginas brillan como si algo realmente estuviese pasando. no es así, por supuesto. a mi alrededor, en este edificio, hay borrachos. toda una colmena de borrachos de principio a fin. pasan las mujeres caminando ante mi ventana. emito, silbo, una palabra más bien cansada y suave como «mierda» y, luego, arranco esta cuartilla de la máquina.
es vuestra.


La máquina de follar,
Charles Bukowski
Ed. Anagrama


Si deseas leer el libro completo, lo puedes bajar aquí. Que lo disfrutes!