martes, 1 de agosto de 2006

Radiotekhnika cantina

La peregrinación llegaba a su fin. La iguana tenía rato de muerta, era un cartón viejo, planchado sobre el asfalto del enorme estacionamiento. Se freía a fuego lento, al igual que la Caribe roja que entraba al lugar. Ya nadie construía SAM’S en medio del desierto, al menos no tan lejos de Hermosillo. Entre la reverberación, los tripulantes del vehículo distinguieron el esqueleto del supermercado mayorista: siempre había sido un falso oasis.
-Va-mos-a-va-ler-ma-dres –tarareaba ella mientras bajaba de la Caribe, bailando al ritmo de la música que emitía su discman sin baterías. Él la ignoró, mientras sacaba el cuerpo del Tanates para dejarlo al lado de la iguana, para que al menos se hicieran compañía. Lo dejó boca arriba, con el hoyo de la bala expuesto en la frente, pensó que así le hubiera gustado quedar.

Gerardo Sifuentes, Radiotekhnika cantina (cuento, fragmento)
De Perro de luz, 1999.

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