lunes, 31 de julio de 2006
El piojo del coronel
Alejandro Jodorowsky
De El paso del ganso (fábulas y relatos), 2001.
Tu más profunda piel
Julio Cortázar
Tu más profunda piel (fragmento), de Último round, tomo I, 1969.
domingo, 30 de julio de 2006
Los exploradores
Julio Cortázar
De Historias de cronopios y de famas, 1962.
sábado, 29 de julio de 2006
autobús urbano cuando, decidida, abordes una de esas bestias
nobles que habrá de llevarte donde escribo el poema.
Respírales enfrente y que sepan la dimensión inexacta de tu amor.
Sabrán que has llegado del mar, y que como éste, te mueves
por inspiración de extrañas lunas.
Pero no detengas tu valentía en esa escena.
Vuelve tus ojos inmisericordes al oscuro miasma de
pasajeros del colectivo y sepúltales con aquella luz que te
regalaron cuando niña, abriéndote despacio.
Octavio César
De Loba para principiantes.
Crónicas marcianas
El verano del cohete
Un minuto antes era invierno en Ohio; las puertas y las ventanas estaban cerradas, la escarcha empañaba los vidrios, el hielo adornaba los bordes de los techos, los niños esquiaban en las laderas; las mujeres, envueltas en abrigos de piel, caminaban torpemente por las calles heladas como grandes osos negros.
Y de pronto, una larga ola de calor atravesó el pueblo; una marea de aire tórrido, como si alguien hubiera abierto de par en par la puerta de un horno. El calor latió entre las casas, los arbustos, los niños. El hielo se desprendió de los techos, se quebró, y empezó a fundirse. Las puertas se abrieron; las ventanas se levantaron; los niños se quitaron las ropas de lana; las mujeres se despojaron de sus disfraces de osos; la nieve se derritió, descubriendo los viejos y verdes prados del último verano.
El verano del cohete. Las palabras corrieron de boca en boca por las casas abiertas y ventiladas. El verano del cohete. El caluroso aire desértico alteró los dibujos de la escarcha en los vidrios, borrando la obra de arte. Esquíes y trineos fueron de pronto inútiles. La nieve, que venía de los cielos helados, llegaba al suelo como una lluvia cálida. El verano del cohete. La gente se asomaba a los porches húmedos y observaba el cielo, cada vez más rojo. El cohete, instalado en su plataforma, lanzaba rosadas nubes de fuego y calor. El cohete, de pie en la fría mañana de invierno, engendraba el estío con el aliento de sus poderosos escapes. El cohete creaba el buen tiempo, y durante unos instantes fue verano en la tierra...
Ray Bradbury
Crónicas marcianas (novela)
viernes, 28 de julio de 2006
Caballos desbocados
Yukio Mishima
Caballos Desbocados (novela)
Las olas
Virginia Woolf
Las Olas (novela) 1931.
El fantasma accidental
William S. Burroughs
El Fantasma Accidental (novela)
Mujeres
Charles Bukowski,
Mujeres (novela), 1979.
Wonderama
Desayuné Chocotorros con Perk, y mi papá me llevó al concurso del que se viste de niño. Desde que recuerdo, tenía ganas de ir. Por los pasillos de los foros de televisión, me crucé con Batman y le pedí un autógrafo. Le dije que él era mejor que el Santo. El concurso, en realidad, era bastante simple, se trataba de escoger entre tres llaves, una de las cuales abría la puerta del sabor. Escogí la correcta y gané una dotación de yoghurt y una avalancha. Al final del programa, el animador me preguntó:
-Cuate, ¿Te quedas con tus premios, o entras a la catafixia?
No lo entiendo, siempre he pensado que los que lo hacen son francamente mensos, pero le contesté que entraba a la catafixia.
-A ver, Lupita, qué hay detrás de la puerta dos…
A lo lejos escuché la voz del títere del mago de barba, el conejo, que decía:
-Jajaay, se llevó el burro de planchar.
Pero lo realmente extraño es que tras el burro había un letrero enorme que decía:
LA VERDAD, TODO ES MENTIRA
y al parecer, sólo lo vi yo.
Bernardo Fernández BEF
Wonderama (cuento, frag.)
De BZZZZZZTT!! Ciudad interfase.
jueves, 27 de julio de 2006
Los locos somos otro cosmos
Otto, solo con Rodolfo, rogó como follón, rogó con dolo: "Rodolfo... don Rodolfo, yo lo conozco... como doctor no gozo con los shocks; son lo forzoso. Los propongo con hondo dolor... Yo lloro por todos los locos, con shocks los compongo...
-No, doctor. No -sopló ronco Rodolfo-. Los shocks no son modos. Los locos no somos pollos. Los shocks son como hornos; son potros con motor, sonoros como coros o como cornos... No, doctor Otto, los shocks no son forzosos, son sólo poco costosos, son lo cómodo, lo no moroso, lo pronto... Doctor, los locos sólo somos otro cosmos, con otros otoños, con otro sol. No somos lo morboso; sólo somos lo otro, lo no ortodoxo. Otro horóscopo nos tocó, otro polvo nos formó los ojos, como formó los olmos o los osos o los chopos o los hongos. Todos somos colonos, sólo colonos. Nosotros somos los locos, otros son loros, otros, topos o zoólogos o, como vosotros, ontólogos. Yo no los compongo con shocks, no los troncho, no los rompo, no los normo...
Rodolfo monologó con honroso modo: probó, comprobó, cómo los locos sólo son lo otro. Otto, sordo como todo ortodoxo, no lo oyó, lo tomó por tonto; trocó todos los pros, los borró; sólo lo soportó por follón: obró con dolo. Rodolfo no lo notó. Otto rondó los pomos, tomó dos con cloroformo, como molotovs los botó. Rodolfo con los ojos rotos mostró los rojos hombros; notó poco dolor, borrosos los contornos, gordos los codos; flotó. Con horroroso torzón rodó con hondo sopor. Rodolfo soñó. Soñó con rocs, con blondos gnomos, con pomposos tronos, con pozos con oro, con foros boscosos con olorosos lotos. Todo lo tocó: los olmos con cocos, los conos con oporto rojo, los bongós con tonos como Fox Trot.
Otto lo forró con tosco cordón, lo sofocó. Rodolfo sólo roncó. Sor Socorro tornó con poco color. Sor Flor con bochorno tomó ron: "Oh, doctor -lloró-, oh, oh, nos dobló con sonoro trompón." Otto contó cómo lo controló.
-Otto, pospón los shocks -rogó sor Socorro.
-No, no los pospongo. Loco o no, yo lo jodo. No soporto los rollos... Pronto, ponlo con gorro.
-¿Cómo, doctor -notó sor Flor-, ocho volts?
-No, no sólo ocho. ¡Todos los volts! Yo no sólo drogo, yo domo... Lo domo o lo corrompo como bonzo.
-¡Oh no, doctor Otto!, como bonzo no.
-¡Cómo no, sor Socorro! Nosotros no somos tórtolos o mocosos; somos los doctos... ¡Ojo, sor Socorro! No soporto los complots...
Otto con morbo soltó todos los volts, los prolongó con gozo. Sor Socorro con sonrojo sollozó. Sor Flor oró por Rodolfo. Rodolfo roló como mono, tronó como mosco. Otto lo nombró: "Don gorgojo", "loco roñoso", "golfo". Rodolfo zozobró con sonso momo. Otto cortó los shocks.
Los locos somos otro cosmos.
De La palabra en juego, antología del nuevo cuento mexicano, 2000
(Lauro Zavala, compilador).
El luto humano
El zopilote dio un picotazo sobre el rostro de Adán, y como el cadáver se balanceara, el buitre a su vez perdió el equilibrio aleteando ruidosamente para posarse en la azotea. Era la victoria de la muerte. Caminaba a pequeños saltitos, cauteloso ante lo que todavía quedaba ahí de vida, con miedo, con asombro. Morirían, sin embargo, morirían todos, y el zopilote era un rey, el rey de la creación."